jueves, 3 de mayo de 2012

La mala memoria

Este artículo viene motivado por una noticia de hoy y un libro que estoy leyendo actualmente, Patas arriba, la escuela del mundo al revés -el cual recomiendo altamente a cualquiera que tenga curiosidad por lo que pasa en el mundo-.

Málaga, provincia costera del sur de España -con esto me refiero a Málaga ciudad más sus municipios-. 
Población actual: 1 639 127 hab. 
Población en paro actual: 274.900 hab
Tasa de paro provincial : 34,61%
Estamos en plena crísis. Seguimos, digamos, en la parte de la gráfica donde todavía se sigue yendo cuesta abajo. Hace unos dos años aproximadamente, llega un jeque árabe pariente del emir de Catar con muchas ganas de invertir dinero. Y comienza comprando el club de fútbol de la ciudad, el Málaga C.F. Pero la inversión no pretende quedarse solamente en esta compra. Así mismo se impulsan y auspician otros proyectos, como el que es titular de la noticia que he comentado.

No soy, ni de lejos, un experto de las finanzas y tampoco tengo más que una idea absurdamente básica de economía. Pero de lo que creo que si soy capaz es de hilar conceptos/hechos que ocurren a mi alrededor. Hechos objetivos: Hemos entrado oficialmente en recesión económica, las cifras del paro siguen creciendo y una oleada de desesperanza está llegando a todos los hogares españoles, si es que no lleva ya un tiempo instalada en nuestras rutinas.

La llegada de este hombre, con bastante poder adquisitivo y por tanto influencia, ha sido recibida como agua de mayo, que diríamos. La imagen que se ha vendido en todo momento es la de una promesa de mejora. Empezando por el propio estado del equipo: mayor inversión, más dinero, mejores fichajes, mejor posicionamiento en la Liga. Luego está el interés de este señor en realizar más inversiones en la provincia, como la de Marbella además de este macro complejo de ciudad deportiva de Arraijanal.

Lo que me preocupa de todo el asunto es la servidumbre o la mala memoria. Ya que gracias a que este importante hombre de negocios ha llegado tocando la fibra más emocional de miles de aficionados malaguistas, muchos se creen que todo lo que provenga de sus iniciativas debe llevarse a cabo sin miramientos. Como excusa, por supuesto, la crísis que estamos sufriendo y que supondrá una inversión muy potente en la economía malagueña. Promesas de empleo, mejoras y un repunte de la industria de la construcción, vital en el crecimiento económico de la ciudad de los últimos 15 años, son las razones que se esgrimen a favor de darle carta blanca al jeque, en cualquiera de sus iniciativas.

Pero aquí hay otra cuestión. Estamos repitiendo, a una menor escala y de un solo movimiento, el modelo de la Costa del Sol. Estamos sufriendo de mala memoria. Parece que nos hemos olvidado que estamos así por culpa de ese modelo de crecimiento ilimitado. Que nos hemos olvidado que hemos hipotecado nuestras playas. Que nos hemos olvidado que la mayoría de los parados pertenecen al sector de la construcción y cercanías. Que la provincia necesita de otro modelo económico si queremos salir adelante. Que las promesas de crecimiento y prosperidad gracias a capital extranjero no benefician a los locales, más que en un pequeño porcentaje, sino sólo al inversor.

Es por esto que cuando llega alguien, con el poder económico suficiente, y se le da luz verde para que todo lo que salga de debajo de su túnica, una Marina en Marbella y un macro complejo deportivo con la marca del Málaga, sean recibidos con aplausos y muestras de admiración, es cuanto menos objeto de sorpresa. El expolio de nuestros bienes comunes: la naturaleza, nuestro ecosistema, el lugar donde vivimos, al servicio de los designios de un jeque. La capacidad de no ser críticos y aplaudir todo lo que provenga de fuera, simplemente porque traen promesas de dinero y prosperidad. Nos estamos vendiendo nosotros mismos, al no saber valorar lo que tenemos. Arraijanal es uno de los pocos sitios, por no decir el único, que estando en primera línea de playa, no está construido. Desde Málaga hasta Marbella. No hay más que comprobarlo en Google Earth o en Google maps.

Y no es por criticar una inversión extranjera per se y una posible fuente de empleos en la provincia, sino porque, si de verdad este hombre de negocios tiene ganas de invertir en la ciudad porque ve un potencial en ella, tiene otros muchos campos donde hacerlas, y que su inversión sea reconocida y con repercusión mediática, si es que es eso lo que busca. En Málaga hay potencial suficiente, potencial humano, muy bueno, capacitado y preparado para asumir una inversión tan grande. Inversiones en investigación, donde ya hay una estructura base en el PTA, o en grandes oportunidades dentro de la ciudad (terrenos de Repsol, por ejemplo). Y seguro unas cuantas otras. Eso sí que lo aplaudiría, personalmente. Y sería loable, y seguro tendría una importante repercusión en la ciudad, pues también se necesitaría de mucha infraestructura para soportar esas inversiones (por eso de recuperar el sector de la construcción).

La falta de memoria, ¿por qué estamos en esta situación de crísis? Ha sido culpa de la especulación y la construcción. Y nos enseñan un proyecto que pretende llevarse a cabo en una de las pocos frente libres en toda la Cosa del Sol y decimos que sí, y le damos prioridad y todas las facilidades posibles. La noticia, de hecho, empieza así "El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, fijó ayer este mes de mayo o primeros de junio para proceder a la aprobación inicial del plan especial que deberá ordenar los terrenos de Arraijanal".

Y así es como seguimos repitiendo el modelo, que se sabe agotado, de la Costa -vender nuestro capital natural al mejor postor extranjero- en el único trozo que queda sin urbanizar. No es por hacer una apología de la naturaleza, que también, sino la falta de capacidad crítica y de la impunidad que es capaz de comprar el dinero.

En este punto nos hallamos, con nuestras máxima autoridades haciéndole la ola a un jeque que quiere cargarse el fondo litoral marbellí y construir en el último trozo sin cemento que queda en toda la Costa del Sol. Y encima con el apoyo de organismos públicos para que se lleve a cabo de la manera más rápida y fácil. Termino con una frase del periodista uruguayo Eduardo Galeano, en el libro arriba recomendado, que ha sido una de las inspiradoras del artículo "Recordar el pasado, para liberarnos de sus maldiciones: no para atar los pies del tiempo presente, sino para que el presente camine libre de trampas".

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