Esta vez de la mano de esta noticia, la cual me parece asombrosa, a la vez que totalmente creíble. El titular de la misma es el siguiente: Ya han amenazado de muerte al español que inventó la bombilla que apenas gasta y dura toda la vida.
Todo este revuelo y una amenaza de esta índole viene motivada porque nuestra sistema, el capitalismo, tiene un hambre caníbal y exponencial de consumo, con lo cual noticias como que han inventado una bombilla que tiene una garantía de 25 años no debe de motivar mucho entusiasmo a los que se lucran con este sistema.
Podéis encontrar más sobre qué es la obsolescencia programada en este mismo blog aquí y aquí,que no son sino las anteriores versiones. En esos enlaces encontraréis por partida doble el documental "Comprar, tirar, comprar".
También encontraréis mucha más información sobre qué es la obsolescencia programada y cómo evitarla, gracias a un movimiento que se ha creado, llamado SOP (Sin Obsolescencia Programada).
Esta es la empresa que comercializa las bombillas de las que se ha hablado, pero también la que propone este movimiento. Personalmente, me parece todo un acierto que una empresa opte por llevar una política digna de compromiso social y ecológico.
Con motivo de la publicación del primer número de la revista Transversalidades de la eAM', os dejo un adelanto y spoiler de un artículo que escribí -y que espero salga publicado- para dicho número.
DECRECER Y DENSIFICAR_
Podrían parecer acciones contrarias, y lo son. Pero no si las aplicáramos a la ciudad contemporánea.
Consumo de territorio, desnaturalización del paisaje, mala gestión de recursos,… los pecados cometidos son muchos. Actualmente, la Tierra usa el equivalente a 1,3 planetas para proveer los recursos necesarios. Es decir, se necesita 1 año y 4 meses para regenerar lo usado en 1 año. Y resulta que una de las actividades que más recursos consume es la construcción. Nos han enseñado que crecer, exponencialmente además, es el único camino. En la sociedad actual, el crecimiento ilimitado es el motor de la creación de riqueza. “Hemos sido formateados para ver la medida de nuestro bienestar estrictamente proporcional a nuestro consumo mercantil”, dice Serge Latouche, economista francés, uno de los impulsores del decrecimiento.
Cambiemos el enfoque entonces: ¿Qué pasaría si decreciéramos?, ¿y si en vez de consumir exponencialmente lo hiciéramos únicamente según nuestras necesidades reales? Hablando de urbanismo: ¿Qué pasaría si nuestros planeamientos, en vez de buscar nuevos territorios que ocupar y llenar de usos se preocuparan de la ciudad existente? Mirar hacia dentro, revertir la situación con la que la lógica consumista nos ha cautivado. Por poner un ejemplo, el PGOU podría pasar a llamarse Plan de Reorganización y Consolidación Urbana. Se remuneraría, pues, a los funcionarios al cargo por pensar, proponer y debatir. No sólo para que actúen sin reflexionar.
Reducir el consumo sin motivo del territorio, suprimir las dinámicas expansionistas como primera opción, reorganizar la ciudad y sus vías de comunicación, repensar los tejidos enfermos para que formen parte de lo urbano, consolidar las zonas con carencias y densificar la ciudad para hacer eficaces el transporte público y los tejidos comerciales. Son sólo algunas ideas, de las muchas que hay, para regenerar nuestras ciudades.
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