En la segunda imagen (tomada en 2010) vemos la capacidad destructora de paisaje y naturaleza del ser humano.
Lo que pasa que las cosas no son lo que parecen, y apelando a la razón, esta operación urbanística para crear villas de gran valor económico, con vistas al mar, dan fe de un urbanismo desmedido y contra natura -por la dificultad y desmedido costo que tiene eliminar un monte, con todas sus consecuencias-.
Un equipo técnico cualificado y un estudio previo, dijeron que esa zona tenía valor ecológico puesto que enlazaba un monte asimilado por el tejido urbano de esa ciudad cualquiera andaluza con la cadena de montañas que rodea dicha ciudad.
El mismo equipo técnico, más la lógica, recomendaban una reforestación de la misma para evitar posibles inundaciones y riadas torrenciales, debido a fuertes lluvias puntuales, típicas de estas ciudades. Otro dato más que añadir a la apelación es que la ciudad en concreto ha sufrido en repetidas ocasiones, y con un mayor o menor impacto, estas riadas desafortunadas.
Pero la fe mueve montañas... y el dinero y la ambición -literalmente- también.
Las imágenes han sido extraídas de la Revista El Observador_link
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